EL REGISTRADOR Y LOS INTERESES CREADOS

Parece ser que nuestro «estimado» Presidente del Gobierno, Sr. Rajoy se dedicaba allende los tiempos a la dura y desagradable labor de ser Registrador de la Propiedad en la localidad de Santa Pola.

Y parece ser que desde el año 1981 hasta hoy, ese ¿trabajo? le ha reportado un capital que le sirve como refuerzo a su «ínfimo sueldo» como Presidente (que dicho sea de paso es de aproximadamente 72.000 €/año). Esa ayudita asciende, al parecer a 20 millones de euros (20.000.000 €) o al menos eso es lo que dice ESTA noticia. Vamos, una media cercana a los 650.000 €/año.

A esto, parece ser, que hay que sumarle los 100.000 €/año que recibe en A como sueldo del PP (dejaremos a un lado el temilla de los sobres y las demás letras del abecedario).

Con estos ingresos anuales es fácil exigir al resto de los españoles (compañeros de gobierno, de partido y similar fauna aparte) que se aprieten el cinturón. Debe resultar sumamente fácil exigir que se pague por lo que antes era un derecho y ahora se va acercando poco a poco a un lujo.

Deber ser bastante sencillo, contando con estos capitales, decirle a aquellos que no tienen nada, que se conformen con las ayudas de 400 € y explicarles que con eso tienen que llevar a sus familias «pa lante».

Que no digo yo que no tengamos que apretarnos el cinturón, incluso aquellos que, como es mi caso, no hemos vivido por encima de nuestras posibilidades; aunque esté mal decirlo es así de simple. Pero que quizás para ser un buen gobernante sea necesario ver las cosas desde la perspectiva del ciudadano de a pie, no desde el punto de vista del político bien situado, del empresario o del banquero. Quizás, y solo quizás, si alguna vez, esos que mandan, que quitan, que ponen, que recortan y todo lo demás, se pusieran en el lugar del que pasa necesidad, quizás entonces se podría gobernar para el pueblo.

Se que suena a los mundos de Yupi, pero la vida nos deja a todos numerosos ejemplos de que las cosas son así. Todos nos hemos visto alguna vez ante una situación que para comprenderla e incluso para resolverla, hemos tenido que cambiar nuestro punto de vista y ponernos en el lugar de otro. No se cual es el inconveniente para que esto no pueda hacerse a todos los niveles…bueno si lo se, sencillamente lo impiden los intereses creados.

Ya lo decía el gran Jacinto Benavente: «Cuando hemos renunciado a nuestra dicha y nos contentamos con ver dichosos a los otros que nos rodean, es quizá cuando empecemos a serlo»

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